La historia de la radiactividad: ¿oro a partir de plomo?

La historia de la radiactividad: ¿oro a partir de plomo?
Adobe Stock - Jo Panuwat D

Corto y fiel a la vida. por Jim Wood

Duración: 2 minutos

Se podría agradecer a Henri Becquerel por la radiactividad. Pero él no los inventó. Ese era Dios. Henri Becquerel recibió el Premio Nobel de Física en 1903 únicamente por su "descubrimiento". Sin embargo, uno tampoco debería darle demasiado crédito por eso. Su descubrimiento fue involuntario y accidental. Estaba examinando rayos X cuando lo encontró. Nunca había oído hablar de la radiactividad. Nadie lo había hecho, pero sus experimentos con sales de uranio y placas fotográficas proporcionaron evidencia visible de una forma de energía hasta ahora desconocida.

Henri Becquerel tuvo que compartir su Premio Nobel con su alumna Marie Curie. La palabra "radiactivo" fue inventada por Marie y su esposo Pierre. Finalmente, Marie incluso eclipsó la fama de su mentor cuando recibió el segundo Premio Nobel en 1911.

La radiactividad se produce cuando un átomo inestable cede una pequeña fracción de su energía para alcanzar un estado más estable. Esta transformación de un estado menos estable a uno más estable puede resultar en un átomo completamente diferente. Por ejemplo, un átomo de potasio puede convertirse en un átomo de calcio cuando emite este rayo de energía.

Hace cien años, los científicos y laicos entusiastas teorizaron que la transformación de los átomos por la radiactividad también podría permitir la transformación del plomo en oro. En enero de 1922 apareció un artículo en el Oakland Tribune titulado "El renacimiento del oro: ¿los minerales artificiales harán que la minería quede obsoleta?"

Resultó que el proceso de convertir el plomo en oro es teóricamente posible, pero requiere tanta energía que el costo supera el valor del oro obtenido.

El principio básico de la radiactividad me fascina: el proceso requiere la liberación de energía. Esta liberación de energía produjo una imagen fotográfica en el laboratorio de Henri Becquerel. Hay un precio cuando el átomo cambia de un estado a otro. El átomo pierde algo para convertirse en otra cosa.

La mayoría de nosotros somos como átomos inestables. Vivir en este mundo pecaminoso nos desequilibra y nos deforma. La mayoría de nosotros somos víctimas o perpetradores, o de alguna manera ambos. Todos somos menos de lo que nuestro Creador quiso que fuéramos. Pero la transformación es posible. Llevar al oro en un sentido espiritual. El que inició el proceso de radioactividad puede iniciar un cambio en nosotros que es impulsado por el Espíritu Santo. Cualquier cosa a la que tengamos que renunciar en el proceso, sea cual sea el precio, el resultado final definitivamente vale la pena.

De www.lltproducciones.org (Lux Lucet en Tenebris), Boletín Marzo 2022

 

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